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La FIA resuelve con acierto el problema de la precocidad

Madrid

En ocasiones he criticado los vaivenes de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) en materia de legislación deportiva. A menudo han cambiado normas de forma arbitraria e injustificada, incluso con cierto tufillo a conveniencias que poco tenían que ver con el deporte y mucho con intereses particulares. Sin embargo, me parece que han acertado al limitar la edad de acceso a los grandes premios de Fórmula 1, impidiendo la participación de menores de 18 años a partir de la temporada 2016. El fichaje de Max Verstappen por Red Bull, para competir ya la próxima campaña en Toro Rosso con sólo 17 años, ha sido el detonante que ha llevado a los federativos a tomar esta decisión, concluyendo que no tiene sentido que un chaval que carece de permiso de conducir pueda estar en una parrilla de la categoría reina del automovilismo.

Más allá de este argumento de que pueda o no circular en el tráfico (algo peregrino, en mi opinión), creo que es adecuado impedir que el proceso de formación de un piloto se precipite buscando estos récords de precocidad. Hablamos de la F-1 y si un crío sin apenas experiencia puede ser competitivo, junto a los mejores del mundo, seguramente algo está fallando. Un deportista debe ir quemando etapas en un proceso lógico y saber que no alcanzará determinado nivel antes de una edad concreta ayuda a evitar errores que pueden ser graves para quienes aún deben madurar. Y también creo que la FIA ha hecho bien poniendo en vigor esa normativa a partir de 2016: Red Bull fichó a Verstappen en un escenario que, obviamente, no se debe modificar de la noche a la mañana. A partir de ahora los equipos ya conocerán la limitación de edad mínima y podrán obrar en consecuencia.