Firmo el empate, dice. Ha dicho la verdad que muchos piensan pero que ninguno se atreve a decir. Entre técnicos vende más el postureo y presumir de falsa valentía (“pensar en empatar es empezar a perder”). Pero cuando acaba la temporada, todos esos, todos, lamentan que si hubiesen conseguido un solo puntito contra Madrid, Barça o Atleti, se habrían salvado o hubiesen logrado su objetivo. Contra prefiere dejar los pañuelos para las plañideras y aceptar que, después de ganar, lo mejor es empatar.

No hay victimismo en reconocer que el rival es mejor. Para que el Getafe pueda mirar a los ojitos al Barça debe vestir zapatos de tacón. Pero para ponerse a la altura de un gigante no siempre es necesario crecer, basta esperar a que el cabezudo se pegue un leñazo, y el Barça lleva tiempo tambaleándose a domicilio: perdió en el Bernabéu, empató en Málaga y ganó raspado por un gol en Villarreal, Almería y Valencia, en el 94’. Sensato Contra, sabe que el fútbol no fue inventado para modales exquisitos.