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Carlos no lo tendrá nada fácil

Carlos Sainz ya es piloto de Fórmula 1. Después de algunas incertidumbres, incluyendo el riesgo de verse apartado del proyecto, Red Bull ha sido consecuente con su programa de formación de jóvenes y le ha sentado en un Toro Rosso. Obviamente éste no es el final del camino sino el principio. El madrileño ha trabajado sin descanso y con pasión para llegar del kárting a los grandes premios, pero lo verdaderamente complicado empieza ahora. Él lo sabe mejor que nadie y seguro que mantendrá su filosofía de esfuerzo y dedicación, seguramente aumentada y corregida porque sólo así tendrá alguna oportunidad de superar con éxito el tremendo desafío al que se enfrenta. Con sólo veinte años vuelve a estar ante una encrucijada esencial para su carrera.

Conocido es que Red Bull trata a sus pilotos de forma implacable y resultadista. Recordamos bien que Alguersuari fue expulsado de Toro Rosso de la noche a la mañana porque hicieron una interpretación de su rendimiento diferente a la de la mayoría y consideraron que había llegado el momento de su relevo, lo mismo que el de Buemi. Esta temporada Vergne ha tenido idéntico destino, así que resulta evidente que tampoco les temblará el pulso si deben hacer algo similar con Sainz o con Verstappen. Personalmente, el método me parece demasiado taxativo ya que expone a los pilotos, en su mayoría muy jóvenes, a una presión que puede llegar a ser perniciosa. Pero es lo que hay y nuestro nuevo representante en la F-1 seguro que lo tendrá muy en cuenta.