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Carlo, en un altar y Mou, en el olvido

Tres temporadas escuchando a Mourinho dan para mucho. Con los meses, coges las primeras, las segundas y hasta las terceras. Enrevesado e irónico hasta el límite. Lo que le quiere decir el portugués a Ramos con sus palabras es: “Métete en tus asuntos, céntrate en lo tuyo y olvídame. Sólo faltaba que tú me dieras clases de algo”. Más o menos eso, pero le gusta adornarlo y si ya, de paso, le puede dejar en evidencia lo hace. Claro, Ramos cuando dijo lo que dijo lo hizo con conocimiento de causa. Sabe de las tretas del portugués, de la presión que te mete y de la obsesión que tiene por sellar su grupo y vender que todos son malísimos, menos él. Ramos estuvo sobresaliente. Pidió personalidad a sus compañeros porque sabe que Mou te la quiere quitar. Él, más de una vez, le plantó cara en el Madrid. Siempre desde el respeto y la sinceridad.

Con los jugadores blancos Mourinho parte en desventaja. Le han sufrido tanto que saben cómo va a actuar en cada situación. Repite comportamientos allí donde va. Cuando le ven despotricar contra algo o alguien se ríen y algunos hasta se carcajean. Acabó peleado con todos menos con Xabi Alonso, Arbeloa y Diego López. Con Ancelotti son felices y los resultados le avalan. “Trabajar con sonrisas y buen rollo es la bomba”, dicen. A Carlo lo tienen en un altar y a Mourinho, en el olvido...