Ricketts y las bromas en la Premier: mensajes a la mujer de otro, entradas a macetas...
El vestuario. Raramente los futbolistas gustan compartir con el público lo que ocurre en el vestuario. Cuando lo hacen, cuando abren la puerta, se descubre un mundo como otro cualquiera, con sus reglas, su lenguaje, sus bromas y sus jerarquías. Lo que se dice entre esas paredes no sólo no se suele repetir fuera de ellas, sino que no siempre son una justa representación de la personalidad de los futbolistas, sino la consecuencia de un ambiente que exige dureza, masculinidad mal entendida, incluso a veces acoso.
Wright y el autobús. Un excentrocampista del Tottenham y del Arsenal, Rohan Ricketts, ha contado detalles reveladores del interior de los vestuarios que conoció. Y la imagen que queda está muy alejada del paraíso que imaginan algunos. “Muchos futbolistas disfrutaban haciendo reír al resto”, cuenta Ricketts. “Por ejemplo Ian Wright. Todavía me parto el pecho cuando recuerdo el día que se llevó del campo de entrenamiento el autocar del equipo”.
Mensajes. “Lo mismo en el Tottenham… Robbie Keane solía enviar mensajes a Louise Redknapp haciéndose pasar por su marido Jamie. Y Jamie se vengaba enviando mensajes al seleccionador irlandés desde el teléfono de Robbie”. Otro día, se cortaba a pedazos el nuevo traje Armani de un futbolista o se llenaba de cualquier cosa los zapatos de otro.
La chica fea. Si alguien se acostaba con una chica fea, el abuso era constante. Incluso se conseguía el teléfono de la chavala y se le llamaba a cualquier hora. “Los jugadores son como cazadores que pueden oler su presa: si notan una debilidad, te matan”, afirma Ricketts. Hay que ser y parecer fuerte, a todas horas. Hay que demostrar que no se tiene miedo al rival, a nadie en realidad.
Ensañamiento. “A los débiles se les rompe a pedazos, y éstos a veces quieren dejar el club porque los jugadores no paran”. Nunca es suficiente. Ricketts cuenta la historia de un chaval italiano, Niccolò Galli, buen futbolista del Arsenal y buena persona. “Pero los ingleses no le dejaban en paz y a menudo iba a casa llorando. Le decían: “¿Qué haces aquí? No deberías estar en Inglaterra”. Si el jugador no estaba bien considerado, se bromeaba cada vez que cometía un error. A menudo en la tradicional fiesta de Navidad, el alcohol hacía que las cosas se salieran de madre y así se explican muchas peleas.
La maceta. Algunos muestran tal confusión mental (o locura) que uno no se puede imaginar qué harían lejos del fútbol. El ex del Arsenal cuenta como un futbolista corrió el pasillo del hotel para hacer una entrada salvaje con los dos pies por delante… a una maceta que rompió a pedazos, claro. Otro solía decir que durante el día después del partido le gustaba “emborracharse y darse hostias con otros tíos”. Y mucho más. Pero así son las cosas, así lo cuenta Ricketts.