El COI ha entrado en crisis
El movimiento olímpico no vive sus mejores momentos. Tras quedarse en sólo dos las candidaturas para los Juegos de Invierno de 2022 (Pekín y Almaty), no se vislumbra ningún entusiasmo en las ciudades que pudieran aspirar a organizar los Juegos de Verano de 2024. Es más, comienzan a caerse. Lo hizo Madrid, y ahora es París quien se plantea no seguir adelante, tal y como hizo Oslo para los Juegos de Invierno. Las últimas decisiones del Comité Olímpico Internacional (COI) no han sido afortunadas, permiten dudar de su objetividad y hasta van en contra de lo que promulga. Los pasados Juegos de Invierno de Sochi significaron un derroche (46.000 millones) y los próximos de Verano de Río han encendido todas las alarmas.
Es significativo que los gobiernos de dos grandes ciudades, y sus respectivos países, como Oslo, ciudad que es sinónimo de deportes de invierno, y París, que en 2024 cumpliría el centenario de sus últimos Juegos, recelen del COI. Ellos también vieron cómo Madrid cayó ante Estambul en la primera votación de los Juegos de 2020 para favorecer a Tokio. Estas maniobras han ido restando credibilidad al COI, y ahora se encuentra en sus horas más bajas. Con Pekín, cuyas estaciones de esquí están a 150 kilómetros de distancia, y Almaty, la más poblada de Kazajistán, como únicas candidatas a los Juegos de Invierno, y con sólo ciudades estadounidenses decididas a presentarse a los de Verano. El COI se ha ganado a pulso desconfiar de él.