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Sainz Jr. se ha ganado ese volante

Siempre me irrita escuchar que Carlos Sainz Jr. ha progresado en el automovilismo por ser quien es. Atribuir méritos deportivos a un apellido es algo tan ridículo que me cuesta entender que alguien pueda siquiera planteárselo. Ningún rival sabe de lazos familiares y lo que se consigue en la pista se gana en la pista. Y en el caso del madrileño ha trabajado como pocos para alcanzar una meta que ahora parece tan cerca… y tan lejos. Si no le vemos el año próximo en la parrilla de la Fórmula 1 nos encontraremos ante una de las injusticias más clamorosas de este campeonato en años.

Ayer nos visitó con su título de las World Series bajo el brazo. Ha cumplido su parte del trato con Red Bull y de una forma incontestable, sin especular y demostrando estar sobradamente preparado para sentarse en un Toro Rosso ya el próximo año. No hay mejor opción que él si nos ceñimos a argumentos exclusivamente deportivos, justo los que deberían primar al referirnos a un proyecto del relumbrón del que nos ocupa. Carlos ha crecido en todos los sentidos y si su madurez ya resultaba impresionante cuando apenas era un crío, la que exhibe con veinte años le legitima para cualquier desafío.

Todo esto se puede apreciar desde la distancia, como meros espectadores, así que quiero pensar que en Red Bull disponen de muchísimos más datos para refrendar una sensación que se antoja indiscutible. A Helmut Marko no le queda más alternativa que admitirlo así… o protagonizar un ridículo tan clamoroso como injustificable. Por eso Sainz Jr. afirma no tener un plan alternativo y entiendo que en su cabeza no quepa otro supuesto que el confiar en que impere la lógica. Veremos...