El Tour está por encima de Froome
Froome muestra su desagrado en la entrevista a Ezquerro por el recorrido del próximo Tour. Lo considera descompensado, y tiene razón. Contrarreloj individual sólo hay una, la de la primera etapa, que viene a ser testimonial y con una distancia de 14 kilómetros. Froome estima que una carrera de tres semanas está para coronar al ciclista completo, más aún el Tour, y esto no será posible si apenas hay kilómetros de contrarreloj. Nuevamente digo que tiene razón, pero la organización de una carrera está en todo su derecho de trazar el recorrido que quiera. Los ciclistas tienen luego la libertad de participar o no, igual que los aficionados, sobre todo los telespectadores, de verla o no. Cuando termine la carrera decidirán los resultados.
Lo que resulta evidente es que el Tour se había quedado anclado. El trazado siempre era el mismo: sota, caballo y rey. Primera semana para los sprinters, luego algo de montaña (Pirineos o Alpes, y luego al revés), una crono larga y después otra vez montaña. Mientras el Giro y la Vuelta introducían novedades, y despertaban por tanto mayor expectación, el Tour no era capaz de sorprender. Tocó fondo cuando Wiggins ganó la edición más anodina que se recuerda (2012), y algo ha tenido que hacer para remontar. Si con ello favorece a los corredores franceses, tampoco es reprochable: no ganan desde 1985. Si logra trasmitir emoción, todos saldremos ganando. Y si Froome se lo pierde, allá él. El ciclismo, desde luego, no gana nada haciendo un trazado a su medida.