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La mala suerte se la jugó a Bianchi

Jules Bianchi se debate entre la vida y la muerte en el hospital de Mie de Japón. Es el lado más amargo de la Fórmula 1. Y de otros muchos deportes. No solo se corre contra el crono o un rival, también se desafía a la vida misma. Y como suele suceder en estos casos, leo y escucho a unos y a otros que este accidente era evitable. Es posible, todo se puede mejorar, y seguro que se mejorará. En este aspecto la F-1 es ejemplar, no lo duden. Piensen que Bianchi chocó contra una grúa de 4 o 5 metros de ancho en un circuito que tiene 5.807 metros. Es el 0,08% del trazado. Pienso que la mala suerte se la ha jugado a Jules. Y seguro que la FIA y Bernie Ecclestone tomarán buena nota de lo sucedido para mejorar aún más las condiciones de seguridad de los pilotos.

Ayrton Senna fue la última víctima de este deporte hace 20 años. Antes era muy diferente. Recuerdo que Jackie Stewart en los setenta llevaba su propio médico para que le atendiera en caso de accidente: “Moríamos un piloto cada mes. Cuando comencé uno de cada diez accidentes era mortal, ahora la relación es de uno a trescientos”. De aquella F-1 salvaje e insensata no queda nada. Y lo sucedido impulsará nuevos protocolos de seguridad que la hará aún más segura. La tecnología puede ser un buen aliado. Y el Mundial sigue. Ganó Hamilton. Es mucho piloto para Rosberg. Alonso hizo un cero. Mattiacci lleva 12 carreras y ha hecho bueno a Domenicali. Marco lleva 107 puntos, por 135 de Stefano en los mismos GGPP. No me extraña que Alonso huya de Maranello.