El dragón fue Karim
Ufffff. Jamás imaginé que acabaría pidiendo la hora ante el modesto (presuntamente) Ludogorets búlgaro. Hasta el extremo de que celebré el pitido final como si hubiésemos tumbado al Liverpool en Anfield. Pero se ganó. De eso se trataba. Y más en noches típicas de la vieja Europa del Este, con campos de iluminación artificial tenue habituales en la época de los zares, un rival incómodo, hambriento, sin nada que perder... Por eso hay que ver la botella medio llena y valorar lo importante de llevar un pleno de seis puntos. No me extraña que el Liverpool sufriera para ganar a este equipo que mezcla españoles (Dani Abalo), brasileños (Marcelinho fue un demonio) y hasta leñadores de Madagascar (el tal Anicet le dio a Cristiano una patada infame en la recta final). El primer cuarto de hora fue una película gore. Terrorífica. Enésimo gol de la marmota encajado (sí, de córner, una vez más). Después, el gigantón Stoyanov detuvo un penalti al portugués. Más tarde, el linier se atrevió a anular un gol legal de CR7. Nada tenía sentido...
Respiro. Luego llegó un nuevo penalti, forzado por el hiperactivo Cristiano. Él mismo definió y con el 1-1 parecía otra cosa. Isco sacó el tarro de las esencias. Pero estos búlgaros pertenecen a una zona del país que se define como ‘bosque loco’ y así se portaron. Buscaron un partido de ida y vuelta, aprovechando esa extraña endeblez del campeón de Europa en la recuperación de balones. Empezando por Bale, que se olvida de lo bonito que es trabajar y disfrutar de la colectividad. Gareth, corrígete ese defecto, campeón. La cosa se puso tan turbia que hasta Casillas tuvo que recordarnos al de los buenos tiempos con dos manos magníficas que evitaron un 2-1 que ya hubiera dibujado una úlcera de difícil curación...
Allez Karim! Benzema, suplente para que pudiera gozar Chicharito de una oportunidad, entró como un búfalo. Mejor dicho, como ese doble dragón que aparece en las camisetas negras diseñadas por el japonés Yohji Yamamoto. El Dragón Rey simboliza la grandeza y la gloria del club (o sea, Iker). El Dragón Ave es un animal que es capaz de renacer ante las situaciones más adversas (o sea, Benzema). Con ese doble espíritu, Karim reactivó la moral de su equipo y firmó con su remate el triunfo que despejaba dudas, minicrisis y debates nocturnos.
Corrección. El martes se dijo en los medios que Totti marcó ante el City, con 38 años y tres días, el gol con una edad mayor en la Copa de Europa. No es así. Ferenc Puskas le metió cuatro chicharros al Feyenoord el 22 de septiembre de 1965, con 38 años, 5 meses y 20 días. Al Pancho lo que es de Puskas.
Futuro feliz. Este importante triunfo va por mi amigo y vikingo irreductible Ángel Cano, Churro, que nos dejó hace justo un año. ¡Hala Madrid, maestro!