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Isco ha vivido momentos complicados desde su llegada a Chamartín. Siempre fue una estrella allí donde jugó y aquí ha tenido que remar y verse condenado a un segundo plano. Se le llegó a ver desencantado y con el rostro apagado. Esta temporada ha venido diferente, dispuesto a pelear cada minuto que le da el técnico. Le veo enchufado, motivado y trabajador en tareas defensivas. Si a esto le sumamos lo que trae de fábrica, que es un talento descomunal, estamos ante un candidato a ser muy importante en este curso. El 4-4-2 le conviene. Tiene menos recorrido que hacer hacia atrás y puede desarrollar su juego cerca del área rival, donde es desequilibrante.

Tiene gran capacidad de asociación en el juego corto, último pase y una cosa que parece que está desapareciendo del fútbol moderno, el regate. Es capaz de atraer a varios rivales y salir airoso del envite. Pero lo fundamental es su actitud. Está con hambre y se le nota. Ancelotti tiene un problema más a la hora de elegir.