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Los conspiradores Berrendero y Fermín Trueba

La Vuelta a España visitó por primera vez Galicia, decíamos ayer, con cuatro metas consecutivas en 1936. El belga Gustaaf Deloor, ganador también en 1935, vestía plácidamente el maillot naranja de líder.

Deloor tuvo en 1935 la oposición de Mariano Cañardo, pero éste atropelló un perro en la 2ª etapa de 1936 y cedió 17:59. Desde ese día, el único afán del líder fue colocar segundo a su hermano Alfons. Los ocho extranjeros se coaligaron con este fin. Y los españoles hicieron también una alianza, liderada por Cañardo, para conservar la segunda plaza de Antonio Escuriet con una táctica defensiva.

La pasividad en las etapas gallegas de A Coruña (17ª) y Vigo (18ª), con promedios de 25 km/h, crisparon al organizador, que amenazó con convertir los 178 km hacia Verín (19ª) en una crono. Los ciclistas se pusieron las pilas y Fermín Trueba venció en esta localidad.

Esa noche en el hotel, Trueba y Julián Berrendero le contaron la alianza al exciclista Óscar Leblanc, que les incitó a atacar por el bien de la Vuelta, e incluso les pagaría por ello. El penúltimo día, los dos rebeldes rompieron la carrera y el pacto. Escuriet se hundió en Zamora y Alfons se puso segundo. En la jornada final, Berrendero y Trueba volvieron a dar guerra camino de Madrid. Los conspiradores tuvieron buenas ganancias esos dos días, que no compartieron con el resto de españoles. La coalición estaba rota. Volaron puñetazos y Berrendero tuvo que salir escoltado por la Guardia Civil.