Sergio Pérez merece un Ferrari
El GP de Italia 2014 en Monza ha merecido la pena solo por las tres vueltas que nos han regalado Pérez y Button. Fórmula 1 en vena. Me ha venido a la cabeza aquel final de carrera vertiginoso que protagonizaron Gilles Villeneuve y René Arnoux en Dijon en 1978. Dieron varias vueltas en paralelo con una furia que pocas veces habrán visto ustedes. Jenson y Checo también lo han hecho. Y el que ganó la partida ha sido el mexicano. En sus venas corre sangre roja Ferrari, como la de Villeneuve padre. Si Enzo Ferrari estuviera vivo, ya sería piloto de la Scuderia. Pero por desgracia no lo está, ni nadie que se le parezca, y no lo digo por lo de Pérez, sino por el desastre que no cesa. Bottas pasó a Alonso como si llevara un Yugo GV (coche serbio de los 80). Frustrante.
Ganó Hamilton y nuevamente ha demostrado que es un superclase. Los adelantamientos a Magnussen y a Massa han sido magistrales. Si no llega a tener el problema eléctrico en la salida (empieza a ser sospechoso que los contratiempos los tenga siempre el mismo), Rosberg no le ve el pelo en toda la carrera. Nico, por cierto, muy flojito. Los dos rectos que ha tenido no transmiten buenas sensaciones. Se le ve demasiado tierno para llevar 160 GGPP. Tampoco Ricciardo se ha reivindicado para el título, como ha insinuado Horner esta semana. Los Williams (preciosos con los colores de Martini) siguen siendo la revelación de la temporada. Me alegro. También por Massa. Y fatal la gilisanción a Magnussen, incoherente por donde se mire. ¿Esto no es F-1?