Hasta que llegó Brasil
No ha habido que esperar para ver la mejor versión de España. En los últimos campeonatos, como un ritual inalterable, los nuestros dosificaban sus fuerzas hasta la recta final, cuando descargaban todo el peso de su ley sobre unos rivales resignados cuya única duda era saber cuándo les iba a caer el chaparrón. Así parecía seguir el libreto, hasta que llegó Brasil.
El equipo firmó un primer cuarto difícilmente superable, acaso porque el hecho de competir en casa sea un incentivo adicional. Mejor, casi imposible. Y, además, temprano. Esta es la novedad: no lo que han hecho, sino cuándo. Pau Gasol anda con el colmillo afilado. Aquí le damos un afecto incondicional que ni siquiera repara en sus defectos. Dejamos nuestra suerte en sus manos. Y nos devuelve su mejor baloncesto. Por ello, o quizá porque su inteligencia de estrella sin ego da más réditos en el baloncesto FIBA, Pau es el mejor jugador de los campeonatos internacionales del último decenio.