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Moser voló en Semana Santa sin la bici revolucionaria

Francesco Moser (9-6-1951, Giovo) levantó mucha expectación en vísperas del prólogo de la Vuelta a España 1984. En enero, el italiano había batido dos veces el récord de la hora que ostentaba Eddy Merckx en Ciudad de México, a 2.160 metros de altitud, con registros de 50,808 y 51,141. Por primera vez se usó una bicicleta aerodinámica revolucionaria. Y por primera vez se superó la barrera de los 50 kilómetros. Más tarde se supo que el controvertido doctor Francesco Conconi preparó la gesta con transfusiones de sangre, entonces todavía legales: no se prohibieron hasta después de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de aquel año.

Con este antecedente, el público aguardaba ilusionado para ver la bici de Moser. Aquel 17 de abril, en plena Semana Santa, era la segunda vez que Jerez de la Frontera acogía la salida de la Vuelta. Ya lo había hecho en 1979, con victoria de Joop Zoetemelk (posterior vencedor de la ronda), en una edición que estuvo a punto de no celebrarse. El Correo Español-El Pueblo Vasco había renunciado a su organización por los disturbios del País Vasco del año anterior. Luis Puig, presidente de la Federación Internacional, se movió rápido. Otorgó la carrera a Unipublic y encontraron a Lois como patrocinador y a Jerez como punto de partida, por mediación de José Mariano Sánchez Martínez, presidente de la Andaluza y natural de esta localidad. La Vuelta se salvó en tres meses.

Cinco años después, la Vuelta regresó con otra contrarreloj. Moser reconoció el trazado de 6,6 kilómetros y vio algo que no le gustó. Los tramos adoquinados estaban resbaladizos por la cera de las procesiones. Decidió dejar su superbici en el hotel. Aun así conquistó la victoria y fue siete días líder. Un mes y medio después ganó el Giro de Italia. Tras bajar del podio andaluz, se oyó por la megafonía de la ciudad: “Dentro de unos momentos dará comienzo el desfile de procesiones”. Y los aficionados cambiaron de espectáculo.

La Vuelta volvió a salir de allí en 1992, con triunfo en el prólogo de Jelle Nijdam, cuyo padre, Henk, también ganó cuatro etapas en los años 60. Hoy partirá de Jerez por cuarta vez.