Sin justicia cautelar no hay tutela judicial
Un juez cuya opinión jurídica inapelable es que el castigo que la LFP aplica al Real Murcia es la liquidación deportiva, y que por eso lo anula de forma cautelarísima, por mucho que se pretenda, difícilmente habría de cambiar de opinión. ¿Qué hay de malo, entonces, en que se luche hasta la extenuación por evitar tal exagerada medida? ¿No sería lo obligado para cualquiera en tal caso? ¿Qué dislate es éste que condena a quien debe 10 cuando hay otros que deben decenas de millones más que aquél?, ¿Por qué un ratio de 4,5 y no de 3 o de 15? Tebas no ajusticia a Samper, viejo y encarnizado enemigo, según las crónicas, sino que ejecuta con crueldad al Real Murcia blandiendo esa obra de arte maléfica que es la consagración del ratio condenatorio un mes antes de que se cumpla el plazo que amenaza la expulsión.
Qué mala suerte para el fútbol que estos dos señores tengan el enfrentamiento que ha roto en una crisis sin precendentes para el fútbol español. Crisis que, hace 20 años, cierto sentido de la equidad evitó que Celta y Sevilla originaran, quizá con igual o menor fundamento con el que hoy el Real Murcia se defiende, otra de mayor calibre. La artificiosa maniobra de Tebas para escapar del desacato que supone no cumplir lo que taxativamente dispone el juez en su auto no ha de tener éxito, y en su consecuencia el club grana no ha de verse obligado a recorrer esos casi 32.000 kilómetros que de forma tan canalla se incluye en su castigo: jugando en el Grupo Norte. El juez no ha paralizado la Liga, la suspensión es cosa de Tebas y sus hábiles maniobras en busca de acompañamiento (que, por cierto, ha logrado con facilidad). De nada habría de valerle, pues de no cesar en sus intenciones será multado por desacato. El Real Murcia será equipo de Segunda A la temporada 2014-15.
Juan Guillamón, expresidente del Real Murcia.