El caso Ecclestone, un ejemplo vergonzoso para la sociedad
Nunca sabremos ya si Bernie Ecclestone era culpable de un presunto delito de soborno. Ha sido declarado inocente después de negociar con la fiscalía, pagando una cantidad desorbitada de dinero para que el juicio no llegara a celebrarse. Imagino que este tipo de prácticas serán comunes en procesos tan complejos como el que nos ocupa, pero no por ello deja de parecerme sencillamente vergonzoso en este caso. Alguien con la notoriedad del patrón de la Fórmula 1 debería ser considerado como ejemplarizante y lo que ha quedado demostrado con todo lo ocurrido es que resulta posible esquivar el peso de la ley poniendo sobre la mesa más millones de los que supuestamente se utilizaron en la operación fraudulenta que se juzga.
Desde la lectura simplista que podemos tener cualquier ciudadano (imagino que habrá otras más versadas) es razonable pensar que si Ecclestone afloja semejante dineral es porque temía que las consecuencias del juicio pudieran ser mucho más graves. Entiendo, por tanto, que se proteja de ese modo de mayores complicaciones, sobre todo cuando la legislación parece permitírselo. Lo que ya no me convence tanto, insisto que desde mi ignorancia pero también desde el sentido común, es la complicidad de fiscales y jueces con semejante maniobra. Todos hemos estado pendientes de este proceso y creo que su desenlace no es el más digno. Con tantísima repercusión se presentaba la oportunidad perfecta para demostrar que la justicia no hace distingos entre ricos y pobres, poderosos o no, famosos o anónimos. Un juicio justo es a lo que siempre reclamamos y así debería haberse demostrado la inocencia del magnate de los grandes premios, no a golpe de talonario.