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La polémica clubes-selecciones

Paul George, jugador de Indiana Pacers, se rompió literalmente la pierna preparando el Mundobasket de España, y Mark Cuban, presidente de Dallas Mavericks, se ha erigido en portavoz del eterno debate: la cesión de los jugadores de la NBA para que jueguen con sus selecciones. La NBA considera que está por encima de cualquier competición, y, a excepción de los Juegos de Barcelona 92, siempre ha puesto pegas. Tal es así, que la selección estadounidense se forma con criterios políticos, y en ningún caso hay presencia de más de dos jugadores por equipo, y casi nunca los mejores. Este año han sido quince los clubes que han prestado jugadores para la preselección; el resto aporta internacionales a otros países.

Pero ni aún así está todo el mundo de acuerdo. Y menos cuando un jugador se lesiona. No digamos ya si se le parte la pierna. Será mala suerte, pero el riesgo siempre existe. En una cosa tiene razón Cuban: cuando se trata de un deporte individual, el deportista es quien elige participar o no, y por tanto acepta libremente afrontar los riesgos. Pero cuando se trata de un equipo, éste nada decide y, a cambio, también sufre las consecuencias si un jugador se lesiona. El debate se ha avivado, y en breve se trasladará a Europa: la FIBA prepara para 2017 un calendario de partidos de selecciones en plena temporada de clubes, y habrá que ver cuál es su respuesta. Ya la adelanto: los de la Euroliga están dispuestos a plantar cara.