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El día que Indurain fue Tirano en la tierra de Cyrano

Las apuestas por el Tour estaban en Francia seis a cuatro a favor de Rominger en 1994. De nada servía que Miguel Indurain llevara tres victorias consecutivas. Aquel año había sucumbido en el Giro ante Eugeni Berzin y en el anterior, el suizo le había apretado en la Grande Boucle. Los pronosticadores auguraban el final de una era. Erraron.

El 11 de julio se disputaba la 9ª etapa, una contrarreloj de 64 kilómetros entre Périgueux y Bergerac (la meta de hoy), a 40 grados. “El asfalto estaba derretido, las ruedas se agarraban en las curvas”, explicó Indurain tras vencer a 50,539 km/h, con grandes diferencias: 2:00 minutos a Toni Rominger; 4:22 a De las Cuevas; 5:33 a Riis... Y 6:23 a Armstrong, a quien dobló durante el recorrido, en una imagen que, con el tiempo, acrecentó su valor.

José Miguel Echávarri es amigo de los juegos de palabras. Cuando Indurain perdió la crono de Follonica en el Giro, el mánager del Banesto bromeó: “Nos han follonizado”. Pero en el Tour los follonizados fueron otros. “Indurain ha sido Tirano en la tierra de Cyrano, ha sido Tirano de Bergerac”, dijo el técnico. Y con ese apodo quedó marcada la gesta de Miguel en la localidad de Cyrano de Bergerac, un poeta coetáneo de Molière que a su vez inspiró el personaje de una obra teatral de Edmond Rostand, que José Ferrer (1950) y Gérard Depardieu (1990) interpretaron luego en el cine.

Dos días después se subía a Hautacam, igual que ayer. A siete kilómetros, Virenque dio el chivatazo a Indurain: “Rominger, mal”. Y el navarro atacó. Sólo resistió Luc Leblanc, que ganó la etapa. El suizo llegó a 2:19. En dos jornadas, el Tour quedaba sentenciado.