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Donde dije Diego ahora digo Keylor

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Lealtades. El fútbol es una sucesión de lealtades; ya sabe que la lealtad es la del aficionado; después de ese renglón todo es todo deslealtad, empezando por la deslealtad de las directivas. Ahora que murió Di Stéfano se han recordado algunas que sufrió el más importante cerebro madridista; don Alfredo era cerebro y alma, pero cuando el Real Madrid decidió prescindir de él no le tembló el pulso, y se fue a buscar el maestro el cobijo de su amigo Ladislao Kubala. Este periódico ha contado muy bien ese episodio, igual que contó su más espectacular antecedente, cuando la Saeta Rubia estuvo a punto de ser del Barça.

Despedida. Al menos así lo vio él, cuando llegó a Barcelona para ocupar un puesto en la delantera del Espanyol, a las órdenes de… Kubala. Esta es una de las historias sentimentales más hermosas del fútbol. Los que antes habían sido adversarios en la cancha, se juntan al final de sus días futbolísticos respectivos y unen sus talentos en un equipo menor. En la hemeroteca de La Vanguardia hay una importante entrevista en la que Di Stéfano agradece el gesto de Kubala y le dice al Madrid que lo añora, pero no le agradece que le haya dejado irse sin una lágrima.

Iker. Lo que ha venido pasando este último año con Iker Casillas me recuerda lejanamente este episodio que ensombreció el ánimo del delantero más famoso del mundo. Hasta que Mourinho (y el presidente, Florentino Pérez) se juntaron para dejar en evidencia al portero más importante que ha tenido el Real Madrid en toda su larga historia, Casillas no ha levantado el ánimo en ningún momento.

Desánimo. Otra cosa es por qué fue: si el propio Casillas (o su entorno) fue desleal con lo que se decía en el vestuario, y por ello recibió la reprimenda de los suyos y del tronante entrenador… Lo cierto es que fue: a Iker lo pusieron para unas competiciones y lo hicieron suplente (y sólo suplente) en la más llamativa, la de cada domingo. Diego López, el sustituto de oro, recibió, por su parte, la deslealtad de parte de la afición, que lo recibió de uñas. Casillas se comportó, sin embargo, como un caballero. Y fue todo el rato, ay, un caballero triste.

Navas. Ahora aparece en el horizonte Keylor Navas, ¿para culminar la expulsión de Casillas? Lo cierto es que el juego de las deslealtades del fútbol tiene aquí un caso rocambolesco, pues da igual ya a quien venga a suceder (si viene) el gran portero de Costa Rica… y del Levante, que estaba por aquí hacía rato. Lo cierto es que ahora es Diego López el que recibe el ruido de la expulsión, al tiempo que Casillas, parece, sueña con ser despedido. El fútbol tiene menos corazón que un crédito bancario.