La ruta del Tour

LeMond recompensó a Cabestany “en dólares”

Hinault y LeMond, en 1986.
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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El Tour tuvo dos metas en Saint Étienne en 1986. Julián Gorospe venció en la primera (19ª) tras 130 km en fuga. Al día siguiente (20ª), Bernard Hinault ganó una crono en la misma ciudad donde el año anterior se había partido la nariz. Sin embargo, la imagen de aquella edición vino en la jornada precedente (18ª), la del teatrillo del Tejón y Greg LeMond en Alpe d’Huez.

La relación venía viciada del año anterior. Ambos compartían equipo: La Vie Claire. En Luz Ardiden, Paul Koechli, un director títere en manos del bretón, paró a LeMond, pero le engañó sobre la distancia y las condiciones en las que venía el francés. La crisis fue monumental. Casi llegan a las manos. En una reunión en el hotel, hubo acuerdo: Hinault ganaría su quinto Tour y en 1986 apoyaría al estadounidense.

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Hinault incumplió el trato. Atacó camino de Pau (12ª), donde ganó Delgado, y aventajó en 4:36 a LeMond, pero al día siguiente tuvo una pájara en Superbagnères (13ª) y Greg neutralizó el tiempo: 4:39. Esa fue la tónica toda la carrera, con el equipo dividido en dos bandos. En Le Granon (17ª) venció Chozas, aunque el foco estaba en el golpe decisivo de LeMond, que le metió 3:21 al francés y le arrebató el maillot amarillo.

Así se llegó al 21 de julio. Hinault atacó en el Galibier. No pudo. En la Croix de Fer. Tampoco. Y ambos subieron juntos Alpe d’Huez, con el bretón en cabeza. Cruzaron la meta de la mano. Una farsa. Peio Ruiz Cabestany tuvo protagonismo aquel día tras el primer puerto: “El americano no sólo tiraba como un poseso, sino que me ofreció un dinero por hacerlo yo también”, cuenta en su libro Memorias de un ciclista, donde aclara con guasa por qué aceptó la oferta: “Es que pagaba en dólares americanos”.

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