Una Copa y tres tenores
Ganó Alemania en la foto-finish, estirando el cuello. Por un suspiro se quedó sin las dos últimas Eurocopas y el Mundial de Sudáfrica y por un suspiro se proclamó campeona en Brasil. No fue mejor que Argentina el último día pero sí fue mejor a lo largo del torneo, tomando como herencia y como guía el ejemplar fútbol de España y paseándolo con valentía en los siete partidos. Un estilo apadrinado por un excepcional grupo de centrocampistas con los que Löw lleva seis años trabajando. Tres de ellos, Schweinsteiger, Kroos y Özil, diferentes pero de buena mezcla, han tenido la llave del éxito.
Puestos en su mejor versión, Özil es el más capacitado pero escasean sus grandes días. Eso sí, apareció en plenitud el último, el más importante y, tras la lesión de Kramer, en un papel de mayor responsabilidad. Anoche sí tuvo la frialdad del genio y la intensidad del ganador. Kroos fue el futbolista que embridó al equipo. Es el mejor intérprete del guión, el Xavi de Löw. No le fue bien la fiereza argentina, pero difícilmente baja del aprobado. Y Schweinsteiger representa la Alemania clásica, la que sacaba los tanques en todos los partidos. Su actuación tuvo una envoltura heroica, con un pómulo abierto y suturado a pie de campo. Acabó siendo el Hércules de un gran ballet.