Márquez no deja nada al azar
Lo repite hasta la saciedad y puede sonar a discurso fácil. Pero no lo es. La realidad es que detrás de la exhibición de Marc Márquez en este Mundial de MotoGP hay una ingente cantidad de trabajo. Sus triunfos, obviamente, no son fruto de la casualidad y sí de una detallada programación en la que nada queda al azar. El talento del ilerdense es un don natural que además sabe explotar como pocos. Su preparación física, su mentalidad, su complicidad con el equipo, su dedicación a la puesta a punto, su concentración, su atención a la Prensa o a los patrocinadores, su relación con sus seguidores… absolutamente cada uno de los aspectos que debe cuidar un piloto están bajo el control exhaustivo de Marc y de las personas que le rodean en los grandes premios.
Lo explicaba precisamente Emilio Alzamora justo después de la novena victoria de su discípulo en lo que va de año. Nadie debe pensar que los éxitos de Marc son gratuitos o circunstanciales, decía, todo su entorno permanece muy pendiente de cualquier factor externo que pueda suponer un escollo en sus objetivos y los resultados ahí están. Y Alzamora hacía mención a dos pinceladas que se han apreciado con claridad durante este fin de semana en Alemania. El primero, la excepcional forma física del catalán, que le permite superar con el menor lastre posible caídas como la que sufrió el viernes; el segundo, la astucia que demostró en la salida desde el pit lane, buscando de inmediato la mejor posición posible para afrontar la carrera. Matices que, en efecto, separan la eficacia de la excelencia, ésa que define a un piloto fuera de serie.