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El Mundial del Dinosaurio

Actualizado a

Apreciado Charles Miller, hoy acaba el Mundial y supongo que es perfectamente consciente de que en cuanto Dilma dé la Copa al vencedor saldrá Blatter a sacar pecho y a decir aquello de que “este ha sido el mejor Mundial de la historia”. Hasta dentro de cuatro años cuando la Copa la entregará Putin y Blatter (que seguirá ahí como el dinosaurio de Monterroso) repita lo mismo esta vez en Moscú.

Todos los Mundiales tienen sus luces y sus sombras y es perfectamente defendible decir que la cita de Brasil ha sido atractiva en algunos aspectos, pero me parecería de una sinvergonzonería sin límites que el presidente de la FIFA fuera por ahí todo orgulloso cuando, sin ir más lejos, en el hotelazo en el que se aloja con su corte todavía anda la policía buscando señores con corbata que se enriquecían escandalosamente a base de revender esas entradas por las que los argentinos darían un brazo.

Al final, para el mundo quedará la imagen del capitán levantando esa Copa que prestigiaron héroes anónimos como Ottorino Barassi, que durante los años que duró la Segunda Guerra Mundial custodió el trofeo en una caja de zapatos bajo su cama para mantenerlo a salvo de las SS. Las tropas nazis querían ofrecérselo a Hitler, que lo quería guardar en un banco de Suiza.

*Charles Miller desembarcó 1894 en el puerto de Santos con dos balones de reglamento. Se le considera el introductor del fútbol en Brasil.