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Mucha pizarra y mucho miedo

Quizás después de observar a la máquina Alemana, tanto Van Gaal como Sabella decidieron que sus hombres no iban a cometer los errores de Brasil. Y se blindaron las dos selecciones. El partido se plantó de pizarra, de jugar a no fallar, de eliminar los riesgos, de controlar a Messi y Robben, cada cual a su manera. El máximo exponente fue la primera parte, absolutamente plana, en la que lo único que puso algo de emoción fueron los saques de falta y las ejecuciones de córner. Había orden de esperar y esperar a un fallo del enemigo y así rodó el balón de lado a lado hasta que se decantara la semifinal.

Holanda bloqueó a la delantera argentina cuanto pudo; Argentina alejó a Robben y Van Persie de su área también hasta el límite. Nada que ver el espectáculo con la energía de Alemania. Sobre el campo todo estuvo medido, hasta el ritmo cansino que dio un ganador por KO técnico más que por superioridad manifiesta.

Messi, ‘atado’

Holanda selló a Messi hasta con tres hombres y le obligaron a salir a buscar balones por otro lado. La orden era ‘atarlo’.

Robben, sin sitio

Argentina estructuró las líneas para alejar a Robben y Van Persie de Romero. Los holandeses se vieron con pocas soluciones.