Porque Alemania es así

El alemán, por tradición, es un ser muy pesimista. Presume de un país líder en casi todos los aspectos, pero no para de buscarle fallos. Lo mismo ocurre con el fútbol. A pesar de llevar tres estrellas sobre el águila, de disponer de un equipo repleto de estrellas y sencillamente de ser Alemania, el germano no para de gruñir. Siempre pone pegas.

Que si Lahm debe jugar de lateral, que si Özil no lleva la batuta o a Kroos ni se le ve. ¡Benditos problemas! Pero Alemania es así. Tiene que sentir el aliento de los suyos para levantar a la bestia que ya ha tumbado a un grande sin apenas despeinarse. Sobra recordar que a estas alturas de competición es casi imposible pararles, a no ser que se domine el tiqui-taca español o el catenaccio italiano. Es cierto que la Mannschaft no está mostrando su mejor fútbol, algo que en 2010 sí hizo machacando sin piedad a Inglaterra y a Argentina.

Pero este equipo se define por otra característica, una que ya le llevó tres veces a la cima en un campeonato del mundo. Son un equipo. Luchan juntos, se derrumban, algunas veces, pero vuelven a levantarse juntos. Esta también es una tradición muy alemana.