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Ospina y James ya son los cuñados favoritos de Colombia

Boda y récord. El griego Sokratis Papastathopoulos marcó el domingo en el último minuto ante Costa Rica. Forzó la prórroga e hizo peligrar su boda porque se casaba el 5 de julio en San Constantino. Al final, no tuvo que cambiar de planes como Smicer y Fissas en 1996 y 2004, cuando la República Checa y Grecia llegaron a sendas finales de Eurocopa. Papastathopoulos tendrá boda y un curioso récord porque ya es el jugador con más letras en un apellido (16) en marcar un gol en el Mundial. El registro pertenecía desde 1954 a Lefter Küçükandonyadis, quien con 15 letras en su apellido marcó dos goles para Turquía en Suiza 1954. Falleció en 2012 a los 87 años.

Cuñados. Dicen que uno de los grandes secretos de James Rodríguez se llama Daniela Ospina Ramírez, hermana del brillante portero de Colombia, otro de los héroes del campeonato. Es su esposa. James celebra los goles besándose el antebrazo, donde se lee tatuado el nombre de su hija, Salomé. Todavía hay más secretos acerca de James.

Peligro tico. Holanda ya sabe lo que es perder con Costa Rica en un Mundial. Fue en el Sub-20 de 2001. En aquel partido disputado el 18 de junio en la provincia de Salta, el seleccionador era Louis Van Gaal quien, además de atreverse a llevar a cuatro juveniles de 17 años, convocó a Robben y Huntelaar, supervivientes ahora. Van der Vaart, que hizo el gol oranje, se cayó a última hora de la lista por lesión. Aquel triunfo en Argentina fue muy celebrado en Costa Rica. Pero de sus héroes ya se sabe poco. En esta heroica cuartofinalista sólo sobrevive Granados.

Vuelta a casa. Regresan los caídos a casa. La presidenta Michelle Bachelet retrasó su viaje a Estados Unidos para recibir a Chile en el Palacio de La Moneda. Uruguay aterrizó en el aeropuerto internacional Carrasco de Montevideo en medio de felicitaciones. Las cosas son distintas en Corea, que tocó el cielo en 2002 (semifinales) y no ha digerido el fiasco en Brasil. A su llegada, una pancarta con letras fúnebres recibió a la expedición. “El fútbol coreano ha muerto”, se leía. El seleccionador Hong Yung-bo, ex héroe nacional, se ha culpado del fiasco. Su contrato termina en enero, pero su futuro es incierto.