Un maestro para los chavales
Cuando Zidane deslumbró al mundo entero el día de San Isidro de 2002 (¿se acuerdan de su volea mágica en Glasgow?), Raphael Varane y Jesé Rodríguez apenas tenían nueve añitos. Carvajal tenía 10. Esos tres niños lo vieron por la tele y se enamoraron futbolísticamente de ese cisne con botas. Es lo bueno que tiene Zizou. Es tan elegante en el porte y el trato que se convierte en un profesor impecable para los jóvenes que sueñan ser como él.
En el primer equipo ya ha hecho este año un máster junto a Ancelotti, otro caballero que nos ha señalado el camino de la Décima sin levantar una sola vez la voz. Zidane, no nos engañemos, aspira a ocupar algún día el puesto del profesor Carletto. Legítimo y comprensible. Pero no tiene prisa y su humildad genética le ha ayudado a aceptar sin problemas estrenarse en el cargo de primer entrenador en un equipo de Segunda B (salvo que un par de descensos administrativos decidan lo contrario). Zizou conocerá el fútbol más modesto, con vestuarios sin agua caliente y paredes agrietadas. Él empezó así en las calles de Le Castellet en Marsella y sabe lo que cuesta llegar al Everest del fútbol. Zinedine, mucha suerte maestro.