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Al asalto de ‘El Pico de la Sal’

Es una montaña que merece la pena intentar”. Esto, dicho por una de las cordadas más fuertes, innovadoras y atrevidas, la que forman Alberto Iñurrategui, Mikel Zabalza y Juan Vallejo, nos debe dar una clara pista de a qué se van a enfrentar. El pico Paiju no es muy alto, 6.610 metros, en comparación con las moles del Karakorum que tiene a su alrededor. Pero nunca han sido las cifras lo que ha atraído a estos tres grandes alpinistas, sino la belleza y la dificultad del reto, y de eso el Paiju, “sal” en lengua baltí, tiene de sobra. Lo saben bien mis amigos Juan, Alberto y Mikel, pues éste es su segundo intento a esa cima que apenas tiene dos ascensiones y que es un faro de roca y hielo a la entrada del glaciar de Baltoro.

Es un entorno prácticamente salvaje por su cara sur, y se intenta abrir una nueva vía en un gigantesco pilar de roca: 1.200 metros de granito de verticalidad absoluta que sólo son el principio de los problemas. Porque después de haber superado esos 40 largos aún les quedará otra ascensión completamente distinta. Se enfrentarán a 700 metros de un terreno comprometido que les requerirá técnica de nieve, hielo y mixto. Es el comienzo de un reto más amplio que les llevará, en próximas temporadas, a intentar escaladas del mismo calibre en el Jannu (7.710 m) y el Cho Oyu (8.201 m). En un tiempo donde las multitudes se agolpan en las rutas normales de montañas más altas, como el Everest, pero donde ha desaparecido el compromiso, el riesgo y la exposición. Es decir, la aventura. Expediciones como ésta de mis amigos, suponen, más que un paso adelante, una vuelta a los orígenes, a la pureza de ese alpinismo vanguardista, transgresor e innovador, donde la valentía, la aventura y la inteligencia se dan la mano para abordar retos imposibles.

Fieles a su forma de escalar, van solos, por lo que tendrán que subir con ellos una gran cantidad de equipo con el que enfrentar terrenos tan distintos. A su favor cuentan con la experiencia de un intento anterior, donde la falta de información les jugó alguna mala pasada y vivieron momentos muy peligrosos. Lo asumen sobre todo como un reto técnico en el que la experiencia, fortaleza y compenetración del grupo, después de seis expediciones juntos, va a ser fundamental. Mis amigos están en esa etapa de madurez en la que creen que es posible cualquier cosa que se propongan. Creer y luchar hasta el final, ésa es la clave. Es probable que esta expedición no tenga mucho reflejo en los grandes medios, pero sin duda será una de las más importantes que vayan a realizarse este verano. Ojalá tengan suerte.