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Llegó el calor y nos cambió la cara

En veinticuatro horas parece que hemos cambiado de país. Salvador sí es Brasil, o al menos el Brasil que tenemos idealizado. Calor, mar, cuerpos esculturales exhibidos al sol y fútbol en cada rincón. Ahora Curitiba queda en nuestra memoria como una ciudad fantasma, engullida cada mañana por una neblina que lo convierte todo en gris. Jugadores, prensa y resto de la delegación han transformado el semblante. Igual cuando llevemos unas horas echamos de menos el frío y la tranquilidad de la sede base. Pero ahora mismo toca disfrutar de un debut que llega pronto, a diferencia de otras citas. Y eso también es importante. Mejor pasar cuanto antes la prueba de jugar con calor y mucha humedad.

En la memoria de todos está el partido frente a Suiza hace cuatro años. Era un marco parecido al de hoy. Playas paradisiacas en Durban, condición de favoritos y buen ambiente. Todo se vino al traste en 90 minutos y ese recuerdo ayudará mucho esta noche. Ninguno de los internacionales quiere pasar el infierno de entonces, esperando las siguientes citas como finales que, en caso de no ganarlas, nos enviaban a casa a las primeras de cambio. Del Bosque juega con ese recuerdo para que Holanda se convierta en una final anticipada que evite futuros sobresaltos. Si ganamos, las playas de Salvador se convertirán en un paraíso.