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‘Como si una pistola te apuntara’

Nadal llegó este año al Madrid Open con dos derrotas en cuartos: en Montecarlo, ante un Ferrer que llevaba una década sin ganarle en tierra, y en el Godó, contra un Almagro con el que presentaba un 10-0. El ogro de la tierra sentía dudas. Emitía señales hacia el vestuario de que dejaba de ser invencible en la arcilla. Abría puertas. La cabeza no tiraba de las piernas. Entonces entró en juego su tío Toni: “Le recordé que de peores baches había salido. ‘De qué vamos a hablar si esto ya nos ha pasado otras veces”. El campeón, en la élite desde 2005, le hablaba del cansancio que sentía. “Ya lo dijiste en 2009 y 2011, y la historia está para no repetirla”, le recordó. Ya en Roma sufrió, pero recuperó su sello, el de la pasión.

En ese 2009, tras 5h:14 minutos de semifinal en Australia con Verdasco, no podía ni moverse. “No te engañes, todos podemos más. Es cuestión de motivación. Si alguien te apuntara con una pistola, podrías correr”, le dijo Toni. No hizo falta un revólver. Ganó a Federer. Djokovic quiso enterrarle cuando encadenó siete victorias entre 2011 y 2012, y no pudo. Ahora iban cuatro, y el serbio volvió a caer. Golpeado por mareos y calambres, se entienden las lágrimas de Nadal. Siempre al límite, escapando de la derrota gracias a la pasión. Como si una pistola le estuviera apuntando.