Un desarrollo decepcionante para un campeón ilusionante

Este sábado, mientras veíamos el lamentable desenlace de la etapa del Zoncolan, con otra escapada triunfal en una cima de renombre y con algunos energúmenos del público (los menos, por fortuna) ensuciando el espectáculo con una pasión mal entendida, coincidíamos el compañero José Andrés Ezquerro y yo en que este Giro de Italia 2014 había tenido un desarrollo bastante decepcionante, pero que el ganador resultante sí era el justo vencedor… Y un campeón ilusionante: Nairo Quintana.



Nairo ha confirmado los pronósticos que le colocaban primero en las apuestas antes de comenzar la carrera. Con su segundo puesto en el Tour de Francia 2013 ya había demostrado su solvencia en una ronda de tres semanas y sus dotes de escalador, que se adaptaban perfectamente al trazado de esta edición de la Corsa Rosa. Sus actuaciones en el tappone de Val Martello (polémica al margen, fue el más sólido) y en la cronoescalada de Grappa han sido más que suficientes para demostrar su supremacía. A esto ha unido una enorme madurez, porque se hizo fuerte en la adversidad y superó sus problemas físicos de la primera mitad de carrera sin dejarse por el camino sus opciones en la general.


Quintana tiene únicamente 24 años (también se ha llevado la clasificación de jóvenes) y esta victoria augura que la ‘era Nairo’ solo acaba de comenzar. Tiene todo el tiempo y mucha gloria por delante. El jefe de filas del Movistar se erige también como el gran líder de esta nueva generación colombiana, que ya brilla tanto como aquellos entrañables escarabajos de los años 80, encabezados por Fabio Parra y Lucho Herrera. Desde el triunfo del propio Lucho en la Vuelta a España 1987, ningún colombiano se había llevado una grande. Nairo rescata ahora aquella grandeza, pero no está solo, porque junto a él ha brillado en el podio Rigoberto Urán, otra vez segundo en el Giro. Además, Julián Arredondo ha sido vencedor de la montaña y entre los tres se han echado cuatro etapas a la saca.


Para España, el Giro ha sido terriblemente decepcionante: sin ningún triunfo de etapa y sin ningún corredor entre los veinte primeros (José Herrada ha sido 23º, a 59:01 minutos). La lesión de Purito Rodríguez ha reconfirmado la orfandad que existe detrás de la generación de treintañeros. Un consuelo para el aficionado español es que el Movistar ha conducido hasta la victoria a Nairo Quintana, un corredor querido y admirado en estos pagos.


Pero tan decepcionante o más que el ciclismo español ha sido el discurrir de este Giro, que ya comenzó torcido con una atípica salida desde Irlanda. El público de allá estuvo ejemplar y justificó la excursión, pero el mal tiempo de la isla, que no mejoró en el desembarco en Italia, dejó al pelotón maltrecho. El dibujo del trazado también influyó para mal, porque la concentración de la dureza en la última semana acentuó la prudencia y el conservadurismo. Al final, Nairo tuvo tiempo de recuperarse y en un par de ¡zas! dejó la carrera sentencia. Una pena de desarrollo. Una delicia de desenlace.

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