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Es mi modelo de futbolista

Con don José Eulogio Gárate me hice mayor y amante del fútbol de calidad. Gárate sigue estando en lo más alto de mi púlpito particular de iconos futbolísticos. Muchas tardes he disfrutado con su fútbol en el Calderón junto a Ufarte y Luis formando una delantera en la etapa de Marcel Domingo que es mítica en la historia colchonera. Incluso reafirmo que con la notoriedad de los vecinos, si Gárate hubiese vestido de blanco, más de un Balón de Oro se hubiera llevado. Pura elegancia sobre el campo. Y un caballero para los rivales y el árbitro. Incluso se tuvo que retirar por un golpe de mala suerte y nunca renegó de nada. La pena es que no aceptara el ofrecimiento que le hizo en su día Gil Marín para ser el emblema que siempre viajara por todos los campos con la primera plantilla.

La única asignatura pendiente para Gárate fue la Selección. Cumplió, a secas. Pudo ser mucho más, pero le pilló la etapa en la que La Roja no destacaba por sus actuaciones deslumbrantes. Gárate seguirá estando presente en todas mis oraciones y es el modelo que pongo de futbolista con mayúsculas. El Van Basten español y sobre todo me quedo con su prodigioso remate de cabeza adelantándose siempre a los defensas, que no sabían cómo pararle. Gárate es historia del Atlético y del fútbol español. No he vuelto a ver a nadie con tantas virtudes. Y hasta fue en tres ocasiones el Pichichi de la Liga. Con Gárate, los atléticos supimos saborear la gloria de estar siempre luchando por los títulos en juego.