La leyenda descubre hoy su final
Ese sprint de Diego Costa, repetido, comentado y analizando como si fuera aquel de Usain Bolt en Berlín, fue el resumen perfecto de la temporada del Atleti: inesperada, comprometida, arriesgada, heroica, molesta para algunos, ejemplar para la mayoría. Lo que suceda esta noche, juegue o no la bestia, gane o no el campeón de Liga, está por ver, pero a su afición ya nadie le quita el orgullo que le ha regalado este equipo durante meses ni la alegría permanente que ha desembocado en esta fiesta final de Lisboa. Sin embargo, no confundamos felicidad con conformismo. El Atleti, este voraz Atleti, no está satisfecho con haber llegado hasta aquí ni tendrá menos presión que el Madrid. Tan cierto es que la derrota le resultaría menos dolorosa, como que la victoria sería aún más gloriosa.
Porque por más que se le resista la décima, el Madrid la atisba año tras año, siendo noticia cuando no llega a unas semifinales que su rival no pisaba desde 1974. Si hoy cae, volverá. La situación es muy diferente para el Atleti. Para empezar, las primeras veces siempre son más importantes que las décimas; más recordadas, más anheladas. Es natural. Además, los atléticos llevan cuatro décadas imaginando una improbable oportunidad de venganza que, de golpe, se ha hecho real. 40 años, amigos; eso multiplica la presión, no la rebaja. Ahora o (tal vez) nunca. Puede ser el día en el que el sueño más disparatado se haga realidad: Liga y Champions. Suena marciano; tanto como que Costa esprintase ayer. Eso es este Atleti, un milagro constante, una leyenda cuyo final se escribe hoy.