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La lección de Carlos Soria

Carlos Soria ha culminado su duodécima ascensión a los catorce ochomiles de la Tierra. La noticia es que lo ha hecho con 75 años de edad. ¿Una barbaridad? En absoluto. Carlos Soria es el alpinista más seguro que hay. Cuando no lo ve claro se baja, y no pasa nada. A él, desde luego, no se le caen los anillos por eso. Esta ascensión al Kanchenjunga ha venido precedida de cinco intentos fallidos a los ochomiles que le faltan. Soria no hace barbaridades. Sube hasta donde puede y cuando se puede. La barbaridad, independientemente de la edad, es tratar de ascender bajo cualquier situación. Bien para satisfacer el ego personal, bien por temor a que los patrocinadores consideren no haber rentabilizado la inversión y retiren sus ayudas.

La lección que nos deja Carlos Soria es que en el deporte extremo, como es el alpinismo, los límites se los pone uno mismo. Con la edad, las condiciones físicas van disminuyendo y esos márgenes de seguridad hay que aumentarlos. Por tanto, las probabilidades de que la expedición no consiga el objetivo van en aumento. Pero la palabra fracaso, o derrota, no existe en ningún caso. Una retirada a tiempo es simplemente el paréntesis que se abre a la espera de tener las condiciones a favor. Soria nunca se impacienta. Con 75 años ha ascendido hasta donde el 99% de la humanidad no podría ni en su plenitud. No es que sea un súper hombre, sino simplemente alguien que juega con el tiempo a su favor, porque él nunca tiene prisa.