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Unai Emery y las llaves de la gloria

Si hay un hombre que, pese a acaparar pocos focos cuando la pelotita entra, tendrá esta noche un protagonismo bestial, ése es Unai Emery. El entrenador vasco aterrizó en Sevilla un 14 de enero de 2013, justo 16 meses antes de esta final. Sus números, tan discretos como los de sus antecesores, no le ayudaron a meterse a afición y crítica en el bolsillo. Más bien todo lo contrario. Cuando esta temporada los resultados dejaron de acompañarle poco menos que debía ser destituido por aclamación popular. Pero ahí apareció la piedra angular del proyecto junto al entrenador: Monchi. El creador de este nuevo Sevilla, con el respaldo de Del Nido entonces y José Castro ahora, decidieron darle su tiempo a Unai. Diseñaron un proyecto a tres años y aguantaron las embestidas que llegaban desde el exterior. Su victoria contra el Espanyol y el cambio de posición de Rakitic, más cercano al área, ayudaron a que amainase la tempestad.

Con la tranquilidad que dan los resultados y puntos y administrando una gran plantilla, a la que muchos señalan la cuarta mejor del país, fue pasando rondas hasta encontrarse en sus temidas semifinales. Su estallido en Mestalla, la que fue su casa, con el gol de Mbia justifica otras decepciones que tenía clavadas a fuego dentro de sí. Hoy ha llegado el día de Unai. Esa noche que tanto soñó. Esa noche en la que puede hacer feliz a una afición que le grabó a fuego lo que es ser sevillista en Estoril. Esa noche donde puede ser campeón de Europa.