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El Atleti entra en pánico

El Atlético está aterrorizado. Se advierte en sus caras, en las de los jugadores y en las de los aficionados. Se vio desde el minuto uno ante el Málaga. Los del Cholo ya no juegan con la ilusión y la fe de quien persigue la gesta de su vida sino con la angustia de quien piensa que no puede con ella. La cercanía del título ha encogido el aliciente por ganar y prevalece el pánico a perderlo de repente todo. Ya no le mueve la fe al grupo rojiblanco, sino la desesperación. Ya no es capaz de mirar exclusivamente al partido que tiene delante. La vista se le va a la totalidad, a la gloria que se escapa. Y ahí asoma el vértigo y se bloquea. Por más que lo intenta, justo ahora es cuando no consigue avanzar. Y las cabezas se van hacia la leyenda del pupas, que no es un invento ni una frase casual, por más que los nuevos apóstoles pretendieran convencer al personal de que aquello fue simplemente una nociva elección, pongamos que un capricho. Y no, es biología.

El Atlético tiene el gen de complicarse la vida. Los adversarios (los que le discuten el título, no los estimulados por terceros que se ponen estos días por delante) le extienden alfombras, pero el pánico atenaza los músculos y las ideas. No está nada perdido y el Barça parece muerto, pero el Atlético se ha llenado mentalmente de fantasmas. Y de ahí cuesta salir.