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El problema no eran los pilotos...

Asegura Lewis Hamilton que nunca tuvo problema alguno con Fernando Alonso. Y yo le creo si situamos su conflicto en McLaren en el lugar que corresponde. El británico era entonces un joven descarado, rebosante de talento y con mucho que aprender que, de repente, se vio jaleado por un jefe que le animaba a pasarse el escalafón por el arco del triunfo. Fue Ron Dennis quien echó gasolina al fuego en esa relación entre dos gallos en el mismo corral. Cuanto ocurrió fue responsabilidad exclusiva de quienes no iban en el coche, puesto que éstos en realidad eran más víctimas que otra cosa.

Así que cuando su camino se separó, cuando desapareció de su relación el elemento discordante, la normalidad pudo instalarse por fin en la relación entre dos campeones. Es lo razonable porque se respetan y ambos conocen lo que cuesta alcanzar esa gloria reservada a unos pocos. De hecho, diría que Hamilton y Alonso se encuentran más próximos en muchos aspectos de lo que podríamos imaginar, desde luego bastante más de lo que pueden hacerlo de otra estrella como Vettel. Incluso si se encontraran en pista creo que las hostilidades no alcanzarían la tensión de aquel lamentable 2007.