Camino de la Décima sin crispación
El pacificador. Superada la prueba de Múnich, Ancelotti puede respirar tranquilo. Allí el Madrid se jugaba el pase a la final de la Champions y él cumplir su segundo año de contrato. Hasta ganar la final de Copa y ahora esa semifinal europea, en su contra pesaba como una losa no haber ganado ningún enfrentamiento directo con el Barça y tampoco haber superado en ninguno de los dos partidos de Liga al Atlético. No era suficiente su labor pacificadora en el vestuario, el haber desterrado el clima de crispación permanente que se había vivido en los tres últimos años. Ahora, a esas virtudes diplomáticas, añade títulos y victorias ante grandes rivales, lo que le otorga el crédito que no tuvo hasta hace nada. Puede que la mejor versión del italiano la veamos en la segunda temporada, como ocurre con casi todos los entrenadores que tienen continuidad.
Altas y bajas. Todo frenado hasta después de Lisboa. La intención del club es que Benzema y Khedira renueven antes del Mundial para no tener un caso parecido al de Xabi Alonso. Con el resto no hay intenciones, aunque se valora el gran trabajo de Coentrao en los últimos dos meses. Tampoco se moverá ficha en el capítulo de bajas pero serán cuatro, permitiendo ingresar no menos de cincuenta millones. Ese dinero se invertiría en tres o cuatro fichajes de un perfil más bajo de lo que es habitual en las dos últimas temporadas. La idea es seguir apostando por jugadores españoles, tras la llegada el pasado año de Carvajal, Illarra e Isco.
Medio kilo. Las primas por títulos se pactaron después de Navidades. Como en temporadas anteriores, se puso una cifra para cada uno de los tres títulos y otra conjunta por si se lograba doblete o triplete. En el caso, primera vez en la historia, que se consiguieran los tres títulos, cada jugador se embolsaría un millón de euros y serían ochocientos mil euros si se logra un doblete. Lo que estaba estipulado inicialmente por la Champions, si hubiera sido el único título de la temporada, es medio millón de euros. Eso es lo que estará también en juego en Lisboa.
Florentino, más cerca. Cuando el presidente renunció a su cargo lamentó haber mimado a los jugadores. Por eso en su regreso dejó de ir con el equipo, tomando distancia en los viajes. Eso ha cambiado en el último mes. Cree que es momento de reforzar una armonía que ha ido creciendo según avanzaba la temporada. Desplazarse con el equipo y almorzar con ellos vuelve a ser habitual.