La crueldad elevada a la máxima potencia
Crueldad máxima. Las lágrimas de alguien que lo ha ganado todo como Seydou Keita, tendido sin consuelo, en el centro del campo, eran las lágrimas de todo Mestalla. El Valencia fue eliminado de la forma más cruel. Después de haber remontado al Sevilla el 2-0 de la ida. Después de haberse defendido como un coloso durante 94 minutos. Mbia, el mismo que marcó en el Pizjuán en fuera de juego, emergió de la nada para mandar a la lona a un equipo que había jugado un partidazo. Injusto pero real.
Mestalla sí ganó. Hacía mucho que Mestalla no vivía un aura como el de anoche. El de las noches grandes de Champions. Los que llevan mucho tiempo yendo a Mestalla aseguran no haber vivido algo como lo de ayer desde los últimos partidos de la última Liga, hace diez años. Mestalla se quedó pequeño. Literal. Los bares cercanos estaban llenos para ver la ‘reamuntada’. La máxima crueldad se cebó con ellos. No era justo que acabara esto así. El Valencia no irá a Turín. Pero Mestalla sí ganó. Esta vez sí, la afición puede estar orgullosa de su equipo porque lo dejó todo y estuvo a segundos de culminar una remontada histórica. Solo la mala suerte lo impidió.
Toca levantarse. Estaba Mathieu a segundos de pasar al santoral valencianista, Alves de convertirse en héroe tras el paradón a Reyes en la primera parte, Jonas de volver a su feliz matrimonio con la grada... Pero así es el fútbol. Esta vez le tocó a Emery sonreír en una semifinal. No por fútbol porque el Sevilla, en términos generales, no fue mejor que el Valencia. Pasó por detalles. Detalles como el gol en fuera de juego de Sevilla. Detalles como el despiste en la última jugada de ayer.
El futuro. La temporada se acaba aquí para el Valencia. El partido del domingo del Bernabéu, el derbi y la última jornada ante el Celta van a ser un suplicio. Toca reinventarse porque el año que viene no jugará en Europa. El que compre el club deberá empezar de cero un proyecto para volver a la elite.