Cuatro generaciones no lo vieron
Hoy sí se puede abusar de los tópicos para describir lo que se va a suceder. Siendo un adolescente vi perder al Atlético la final de 1974. Antes, el recuerdo de una vibrante semifinal contra el Celtic. Mi memoria ya no alcanza a la anterior semifinal, en el 71 contra el Ajax. Y de la primera frente al Real Madrid, en el 59, imposible porque no había nacido. Puede que más de la mitad de los que acudan hoy al estadio, no hayan vivido jamás un momento así. Por eso sería recomendable pasar de cualquier asunto que no sea el apoyo incondicional a los jugadores. Lo digo porque la figura que ocupa el banquillo contrario puede desviar atenciones. Sería un error. Hay que ningunearle. Cuarenta años esperando son muchos como para andarse con zarandajas.
Cientos de miles de jóvenes aficionados tendrán esta noche una respuesta contundente a la pregunta de anuncio: “Papá, ¿por qué somos del Atlético?”. Difícil definir los sentimientos, aunque noches como la de hoy ayuden. Simeone lo expresa mejor pidiendo apoyo a los socios que en la sala de prensa. Algunos le tachan de tribunero por eso pero no. Él entendió el sentimiento rojiblanco desde el primer minuto que se enfundó la camiseta y por eso ha llevado al equipo a este momento histórico. Cuando crispa el gesto de su cara, cuando da patadas al aire en la zona técnica y cuando mueve en plan molinillo sus brazos, está describiendo ese sentimiento rojiblanco. Sentimiento de esfuerzo, de sufrimiento, de grandeza. Toca disfrutar.