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“Ahora mal, pero haremos el duelo correspondiente”

Siento ir a contracorriente en este instante (habrá un instante en que estaré en lo correcto, imagino) pero me gusta la manera de ser de Gerardo Martino, entrenador del Barça.

No me gusta (pero de esto no sé nada, como un gran porcentaje de los que opinamos de fútbol) cómo hace los cambios, así como los cambios propiamente dichos. ¿A quién se le ocurre quitar a Iniesta? Pues a él, a Martino. ¿Y a quién se le ocurre no disponer de Pedro? No dispuso, hasta que se acordó de él y lo cambió… por Iniesta.

Parto de la base de que el último entrenador, así como el primero, sabe más que yo de los cambios en el fútbol, de las alineaciones y del humor (o mal humor) de los futbolistas. Nosotros, los aficionados, sabemos lo que sabe la generalidad de la grada, es decir está a favor o en contra del entrenador (o del árbitro) según le vaya la fiesta. Y anteanoche en el Vicente Calderón la fiesta se oscureció para el Barça, de modo que ahora los aficionados cuestionamos todo lo que hizo el equipo, pero sobre todo estamos en contra del entrenador.

Permitan que les cuente mis propios sentimientos ante la eliminación del Barça de esta importante competición de campeones europeos. Me sentí muy herido cuando Koke marcó el gol que al final nos mandaría fuera; mientras transcurrieron los ochenta minutos restantes pensé todo el tiempo que el Barça igualaría. La convicción venía de algunos lances del juego; muchos de ellos podrían haber terminado, cómo no, se escuchaba en los graderíos y lo decían hasta las radios que no miran a los ojos con misericordia al Barça, en goles espléndidos. Uno fue de Xavi, alguno fue de Neymar y hubo incluso uno de Messi. Pero no los miró la suerte, que es el jugador número trece. Por tanto, el Barça fracasó. Todos los ojos se fijan en Messi: no corrió, corrió tanto como Pinto. Aparte de que Pinto corre mucho, a veces pa ná, como dicen los castizos, corriendo así Messi ha hecho muchos goles. Imaginen que además de la estadística el genio cansado del argentino hubiera dado de sí, como otras veces, uno o dos goles: hoy estaríamos hablando de otra cosa.

Con cosas así me distraje cuando terminó el partido, y ayer, durante el duelo. Y mientras ocurría el duelo leí (en AS) esto que dijo Martino al final del encuentro, cuando estaba caliente el resultado y alguien le preguntó cómo veía al equipo. “Ahora mal”, respondió el Tata, “pero haremos el duelo correspondiente, charlaremos con el equipo y a pelear por lo que queda”. Bueno, pues tomo prestadas las palabras de Martino. En este tiempo de tribulación no sólo necesitan palabras los jugadores. Tras una ducha de agua fría (o un baño, que dice Santi Giménez) los aficionados también necesitamos repararnos con un discurso así. Pasaremos el duelo, y vendrán otros duelos, por cierto. Pero al Barça le pueden pasar apisonadoras, que seguirá siendo mi equipo. Y es que yo soy muy bético también en eso.