La respuesta a una canallada
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La imagen de los jugadores del Madrid haciendo el pasillo a los del Bilbao y despedidos con el público emocionado y puesto en pie no será fácil de olvidar. Cuando se recuerden historias del baloncesto, la de ayer será una de ellas. Tiarrones de dos metros y curtidos en mil batallas, retirándose a los vestuarios llorando; diez mil paisanos de Bilbao, con lo que son ellos, lo mismo. Quienes contenían las lágrimas, se les encogía el corazón. Era la respuesta a una canallada que se ha hecho al equipo de baloncesto en Bilbao. A los jugadores no se les paga desde ni se sabe cuándo, y hoy se pondrán en huelga. Quizá no vuelvan a jugar más, y el equipo desaparezca. No sería el primero, pero sí el primero que lo hace con el respaldo de toda una gran ciudad detrás.
Al asunto no le daría mayor trascendencia si Bilbao hubiera vivido de espaldas al baloncesto. Pero no ha sido ése el caso. Bilbao ha vivido con pasión diez años de baloncesto de alto nivel. Para esto ha tenido todas las ayudas habidas y por haber. Del Ayuntamiento, de la Diputación, del Gobierno Vasco, de las empresas, juega gratis en el flamante Bilbao Arena y toda la recaudación de abonos y entradas es para el club... El aforo, por cierto, se llena siempre. Parece imposible de creer que el futuro del club se considere inviable, y deber, además, un dineral. Pues démosle las gracias a la ACB, un chiringuito integrado por los propios clubes, que así pueden ocultar, manipular e inflar las cuentas hasta que estallan y se llevan la ilusión de toda una ciudad por delante.




