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Qatar, una inversión llamada deporte

Dos circuitos. Qatar paga mucho dinero por ser la primera cita del Mundial de MotoGP. Maticemos que lo que para nosotros es mucho, para ellos es nada. Viendo la repercusión mundial de las carreras y el crecimiento constante en todo el mundo, el pasado año los responsables de la federación de motos qatarí, pidieron tener dos grandes premios. Carmelo Ezpeleta les matizó que la reglamentación prohíbe celebrar dos carreras en el mismo circuito. La respuesta fue rápida y contundente: pues hacemos otro circuito en la otra punta del desierto. Y asegurando que en menos de un año estaría construida la réplica del de Losail. Eso sí, si aceptaban la propuesta, querían que fuera la última prueba del calendario. Esto es, abrir y cerrar el Mundial en Qatar.

Agradecidos. Hace dos años se enteraron de que el futbolista Sergio Ramos haría una visita fugaz a Qatar para presenciar la clasificación de MotoGP del sábado. A media tarde el jeque de turno se presentó en el circuito con un coche de esos que te quitan el hipo. Invitó a Ramos en el asiento del copiloto y desaparecieron durante dos horas. Al regresar, Sergio lucía un precioso reloj en la muñeca. Era el detalle del anfitrión por haber aceptado el ofrecimiento de visitar unos campos de entrenamiento donde estaban practicando fútbol unas docenas de chavales.

Mundial de fútbol. He preguntado en Doha en las últimas horas por el Mundial de fútbol de 2022. Ningún problema. Eso dicen. Pese a que el calor y la humedad son asfixiantes a cualquier hora del día, y eso que estamos en marzo, ellos aseguran que lo tienen todo controlado. Que igual que son capaces cada año de convertir la noche en día para que se celebren las carreras de motos, serán capaces de conseguir una temperatura idónea en los estadios. ¿Cómo? “Algo inventaremos”, aseguran. Mientras, la FIFA ya se plantea jugar en invierno pero eso tampoco arregla el problema. En invierno el calor también es sofocante.

Locura por nuestros pilotos. Jorge Lorenzo es uno de los preferidos por la elite qatarí. No hay año en el que no sea invitado a palacio. El resto de los nuestros son referencia. Un simple casco de regalo de cada uno de ellos, hace feliz al jeque de turno. El problema imposible de resolver es que las carreras no tienen ningún tipo de ambiente en las gradas. En directo disfrutan de las mismas unos centenares, no más. La tribuna de autoridades repleta, el resto semivacío. Enfrente, un puñado de aficionados con habitual presencia de españoles residentes aquí. Algo es algo.