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Jimmy Graham y el coste de mantener un Ferrari

Mariano Tovar

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¿Quién no ha soñado alguna vez con tener un Ferrari Testarossa, o un moderno F12berlinetta con doce cilindros, 740 CV y 6.262 CC? Pues os voy a decir una cosa, con los límites de velocidad actuales a mí no me hace ninguna ilusión. Circular con un cohete a 120 km/h como máximo, con las marchas cortas para evitar que se cale, no provoca ningún subidón de adrenalina.

Creo que lo ideal para los amantes de las sensaciones fuertes es hacerse con un viejo utilitario. Por ejemplo, yo voy a trabajar todos los días en un Peugeot 205 con 18 años a sus espaldas. Os aseguro que en las pocas ocasiones en que todavía consigo ponerlo a 120, algo absolutamente legal (por ahora), mi corazón bombea enloquecido y la adrenalina se me sale por las orejas. Me siento algo así como Han Solo un instante antes de entrar en hiperespacio. Así que los amantes de la velocidad tal vez deban emigrar a las autopistas alemanas, o hacerse con un viejo cacharro, pintarlo de rojo, bajar la ventanilla y sacar la cabeza para sentir el viento sobre el rostro, mientras el motor ronronea como un cañón de artillería acatarrado y las vibraciones amenazan con volatilizar el vehículo. Si además tienes unos bafles del tamaño de una paella y pones a todo volumen ‘La Carga de las Valkirias’, ya es la leche. Os lo puedo asegurar. Me río yo del Testarossa a 120 km/h.

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Todo esto sin contar lo caro que es mantener un automóvil con un caballo encabritado en el morro. Nada, nada, que un león rugiente protegiendo un radiador que gotea tiene mucho más aliciente, y se recarga como un Zippo. Y los 15 litros a los 100 que consume el F12, solo están al alcance de los más privilegiados.


Esa es más o menos la historia de Jimmy Graham en los Saints. Que el culebrón ha quedado reducido a un drama muy mundano que la mayoría de los ciudadanos de a pie vivimos todos los días. El problema de comprar y mantener un capricho que no nos podemos permitir.

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Los Saints llevan gestionando mal a Jimmy Graham desde principios de noviembre. Y eso tal vez les haya costado una Super Bowl. ¿Qué exagero? Tal vez no tanto.

En mi opinión, que ya he repetido en más ocasiones, los Saints eran el equipo más completo de la temporada 2013. No quiero entrar en comparaciones con Seahawks, 49ers o Panthers, los otros gallos de la Nacional que llegaron a la ronda divisional. No digo que uno u otro fuera mejor. Los Seahawks ganaron el Lombardi después de imponerse merecidamente a todos los grandes favoritos y eso es inapelable. Pero los de Nueva Orleans tenían el cuarto ataque más explosivo de toda la NFL, y la cuarta mejor defensa. Nadie consiguió ser tan efectivo a los dos lados del balón.

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El único problema de los Saints consistía en conseguir la ventaja de campo en los playoffs. En realidad, ese fue uno de los grandes debates de la temporada. Seahawks, 49ers y Saints estaban inmersos en un sprint particular por terminar con el mejor récord. Prácticamente nadie tenía dudas de que quien lo consiguiera acabaría siendo el representante de la Nacional en la Super Bowl. Vencer a cualquiera de ellos en su feudo es una misión suicida.


Creo que los Saints tropezaron fundamentalmente con dos piedras. La explicación de que los Saints simple y llanamente juegan peor como visitantes me parece muy pobre. Además, al principio consiguieron imponerse en sus dos primeros partidos fuera, uno de ellos en el durísimo campo de los Bears. Creo que los problemas reales fueron otros.

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El primero fue inevitable. Nadie tiene la culpa. Kenny Vaccaro, el safety novato, se lesionó en la semana 15 (derrota ante Carolina), y obligó a Rob Ryan a rediseñar el sistema defensivo para los playoffs. Vaccaro es un jugador rapidísimo, impresionante en cobertura, pero con una capacidad milagrosa para estar en varios sitios a la vez. Es capaz de poner un cerrojo en su zona de pase al mismo tiempo que cierra posibles carreras exteriores y entra en blitz. Uno de esos safeties extraordinarios que aparecen en la NFL muy de vez en cuando. En cuanto no estuvo en el campo, Ryan ya no pudo permitirse tantas frivolidades y su sistema perdió agresividad. No voy a decir que toda la defensa hizo unos playoffs malos, porque no sería verdad, pero tampoco pudo ser tan dominante como nos tenía acostumbrados.

El segundo problema sí que es culpa del staff del equipo, los despachos, o quien sea que decidiera que Jimmy Graham debía ser monitorizado. Me explico.

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Durante los dos primeros meses de competición, Graham fue alineado fundamentalmente en el slot, o como receptor abierto en el splits end. Durante ese tiempo no solo sus números fueron impresionantes, sino que se convirtió en el hombre clave sobre el que orbitaba todo el ataque de los Saints. Colston, Lance Moore y Meachem no tuvieron una temporada excesivamente inspirada, y el novato Stills y el veterano Sproles ganaron protagonismo, pero siempre bajo la capa de Graham.


Graham superó las 100 yardas de recepción en cuatro de los primeros cinco partidos de temporada regular. Solo pudo ser frenado por Talib en la derrota contra los Patriots. Creo que ese fue el punto de inflexión tanto en la temporada de Jimmy Graham como en la de los Saints.

A partir de esa primera derrota parece que los Saints empezaron a monitorizar a Graham. ¿Eso qué significa? Simplemente, empezaron a alinearle menos como receptor, y más pegado a la línea, con el objetivo de conseguir que a final de temporada fuera alineado un 50% de ocasiones como receptor y un 50% como tight end. ¿Y para qué servía eso? Lo explicaré más adelante.

O sea, que a partir de finales de octubre/principios de noviembre, Payton no tuvo libertad para alinear a Graham donde más le convenía en cada momento, sino que tuvo que asegurarse no solo de equilibrar su ubicación como TE o WR, sino también de recuperar los excesos de los primeros partidos, en los que su alineación en la línea fue prácticamente testimonial.

Me sorprende que no se haya hablado más de esta cuestión, pero creo que esa obligación trastocó todo el esquema ofensivo de los Saints, que ya no pudieron orbitar tanto alrededor de su TE. El jugador casi siempre recibía tantos balones como antes, pero disminuyeron radicalmente las yardas ganadas por recepción. Esos balones que atrapaba pegado a la línea, y que muchas veces acababan en touchdown, pasaron a la historia. El ataque de los Saints perdió profundidad y explosividad. Volviendo a la introducción del artículo, tenían un Ferrari y no podían pisar el acelerador a fondo, sino que lo llevaban al ralentí, porque no tenían dinero suficiente para pagar la gasolina que costaba meter zapatilla.


Por el camino los Saints perdieron cinco partidos en temporada regular. Todos como visitantes. ¿El motivo fue que no rinden a su auténtico nivel fuera de su domme? Yo creo que el problema fue que su ataque no pudo usar como debía a su mejor arma.

Una vez terminada la temporada regular, y conseguido el objetivo de equilibrar el porcentaje (que no llegó a ser 50% como TE y 50% como WR, pero se quedó muy cerca), los Saints volvieron a alinear a Graham fundamentalmente como receptor abierto. Pero como todos sabéis, si has llevado un deportivo bajo de revoluciones durante mucho tiempo, el motor termina por ensuciarse y le cuesta que vuelva a rendir al máximo. Ni Graham, ni todo el ataque de los Saints como bloque, rindieron al nivel de los dos primeros meses de competición.

Así que, en mi opinión, el auténtico problema que lastró al equipo más completo de la temporada 2013 fue que en vez de pensar en ganar en 2013 con Graham, y centrarse en desarrollar un playbook ofensivo letal durante toda la temporada, para alcanzar el pico de juego en enero, se preocuparon de poder ganar con Graham en los años futuros, y como consecuencia estuvieron dos meses aplicando un libro de jugadas que no tenían intención de usar en enero, así que terminó faltando frescura y ritmo en el momento de la verdad.

Lo más curioso de todo es que el tiro les salió por la culata también en los números. Después de tanto monitorizar, si sumamos los partidos de temporada regular y de playoffs, Graham fue alineado 291 veces en la línea como TE y 586 como receptor. Recibió 29 pases como TE de los que atrapó 18 para 377 yardas y 4 touchdowns. Recibió 109 pases como WR de los que agarró 68 para 838 yardas y 12 touchdowns. Si la intención de los Saints era equilibrar la ubicación, no lo consiguieron. Los números se fueron a paseo cuando jugó todos los playoffs como receptor.


¿Y por qué es tan importante todo esto?

Básicamente porque los Saints tienen muchísimos problemas para mantenerse dentro del límite salarial y, sabiendo que no podrían negociar un nuevo contrato de larga duración con Graham sin perder demasiados jugadores clave, estaban obligados a etiquetarle como jugador franquicia. Cuando un equipo franquicia a un jugador no decide su posición, sino que está a expensas de lo que diga la NFL, y debe pagarle según la tabla de franquicias que este año marca 12,315 millones de dólares para un receptor y 7,035 millones para un tight end. 5,28 millones menos. No es que los Saints sean unos tacaños (de hecho le han ofrecido a Graham convertirle en el TE mejor pagado de la NFL), es que esa diferencia de 5 millones puede hacer saltar por los aires el actual proyecto del equipo. Ahora mismo, Nueva Orleans tiene menos de un millón de dólares de margen contra el cap y todavía tiene que hacer todos los contratos a sus novatos.

La NFL ha decidido que Jimmy Graham es TE, y que debe cobrar 7,035 millones de dólares. La decisión de entrada pareció sorprendente, porque teóricamente el criterio de decisión es el número de veces que un jugador ha sido alineado en cada posición, y la discusión pública hasta que la NFL tomó la decisión se centraba en si debían contabilizarse solo los snaps de temporada regular o también los de playoffs. Pero la explicación de la NFL ha sido mucho más sencilla. Los TE modernos cada vez se alinean más como receptores, así que lo que ha hecho Graham es jugar como lo hacen ahora los TE. Resumiendo, no ha quedado claro cual es el porcentaje en el que está la línea que separa a un TE de un WR.

Como es lógico, Graham está que trina y ha puesto una demanda en la que reclama ser considerado un receptor, pese a que en sus cuentas en redes sociales él mismo se define como TE. Por hacer una comparación, Gronkowski (TE) cobra en los Patriots 9 millones al año y Mike Wallace (WR) 12 millones. No sé lo que pensáis vosotros, pero yo creo que, a día de hoy, Graham no merece cobrar menos que esos dos jugadores.

No sé cómo acabará la historia, pero pase lo que pase este año, se ha creado una fractura entre el jugador y la franquicia que complicará mucho que ambas partes puedan llegar a un acuerdo de larga duración en el futuro. Mientras tanto, creo que los Saints han dejado escapar un anillo que tal vez estaba más a su alcance de lo que podamos creer, por intentar conservar un Ferrari en su garaje a toda costa, aunque para ello hayan tenido que pasearse con él como si fuera un utilitario.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl