Marta, con inmunidad oficial

Juan Mora
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Alejandro Blanco se ha vuelto a mostrar como un ferviente defensor de la inocencia de Marta Domínguez... mientras no se demuestre lo contrario. No encuentro la necesidad de que todo un presidente de un Comité Olímpico, y de un país que lucha por recuperar su credibilidad, confíe en ella sin ningún tipo de reparo. Sobre la atleta recae tal cantidad de sospechas, que es una imprudencia pronunciarse sobre su inocencia por no haber sido condenada tras haber pasado multitud de controles. Es un hecho contrastado que resultaban ineficaces cuando la atleta aún competía (o Armstrong y Manzano). Implicada en la Operación Puerto, en la Galgo, expedientada por la Federación Internacional (IAAF)... Las presunciones no son gratuitas.

Vamos más lejos aún. A 2001, cuando Marta fue subcampeona del mundo, tras la rusa Yegorova, que acababa de dar positivo con EPO en Francia, pero la IAAF no reconocía aún el método de detección. La rumana Szabo se lo puso fácil a Marta tras la carrera: “No reconozco el triunfo de Yegorova”. Marta, sin embargo, le dio la enhorabuena. Ni una palabra de censura. Como hacían los ciclistas cuando el tramposo que había privado de la victoria a sus compañeros era pillado. Marta quedó en evidencia. Después llegaron más medallas, de las que ahora es razonable dudar. Blanco no lo hace. Como tampoco Odriozola, su vicepresidente en el COE. Con ellos, Marta está tranquila. Tiene inmunidad oficial. Pero atentos: la Agencia Antidopaje está al quite.

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