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Una transformación quizá demasiado profunda

Madrid

Aunque creo que las carreras son carreras y tampoco conviene obsesionarse en exceso con lo que pasa más allá de los circuitos, también asumo que la Fórmula 1 deba tener algún tipo de simbiosis con la industria de la automoción que la sustenta. Que la FIA haya querido apostar por una competición más eficiente, más ecológica, me parece incluso aceptable, sobre todo en estos tiempos que corren. Sin embargo, pienso que la evolución se les ha ido de las manos para convertirse en revolución y ya sabemos lo que suele ocurrir en esos casos: las transformaciones demasiado profundas y demasiado rápidas pueden acabar resultando traumáticas para muchos. Quizá se deberían haber definido claramente los objetivos (puede que lo estén) y, desde esa base, avanzar hacia ellos de forma progresiva, sin precipitaciones.

Pasar de un propulsor V8 a un V6, con un régimen de giro inferior, con menos gasolina para hacerlo funcionar y sobrealimentado por turbo ya representaba en sí mismo un reto mayúsculo para los ingenieros, más que suficiente para digerirlo en un corto plazo de tiempo. Si a ello se le suma la enorme complejidad de un sistema prácticamente híbrido, que debe aportar el rendimiento que se ha perdido en el motor térmico, la cosa empieza a resultar preocupante… como así se ha refrendado durante la pretemporada. No se trata de si hay beneficiados o perjudicados en esta situación (que los hay) sino del riesgo de que el inicio de la temporada, incluso más allá de su primer gran premio, sea tan caótico como pronostican muchos. Una clasificación con media docena de pilotos cruzando la línea de meta no sería buena para nadie…