A Messi le han quitado el balón y hay que devolvérselo
Messi en los pubs. Leo Messi se debate en los pubs ingleses. Y en los medios. ¿Qué le pasa? En realidad, ¿le pasa algo? ¿Y los vómitos? Las estadísticas no engañan: realiza el mismo número de pases que siempre (de 85,1 por cierto a 83,1), chuta aproximadamente el mismo número de veces (3,67 a 3,47) y hace más o menos los mismas carreras explosivas al área que de costumbre (unas cinco por partido). Cristiano ha necesitado 173 disparos para marcar 24 goles, mientras que Messi ha marcado sus 15 goles en Liga, chutando menos que el portugués, en 101 ocasiones. Su efectividad es todavía extraordinaria.
Estadísticas. Es sólo que corre menos que antes, dos kilómetros menos por encuentro. El golpe psicológico de su última lesión, su edad (26 años) y una mayor personalización del entrenamiento están relacionados con esa estadística. Pero hay algo mucho más importante que se está ignorando. Messi corre menos porque se cuenta menos con él: toca menos balones que en la era Guardiola (68,9 pases por partido en la 2010-11 a los 53,5 de este curso) y recibe menos pases de sus compañeros (de 66,3 a 51,1). El equipo está jugando más por fuera sin hacer más efectivo el juego. Los laterales se juntan con los extremos porque estos no hacen aquellas diagonales del pasado que creaban espacios por el centro que Leo aprovechaba utilizando paredes con delanteros de buen toque. Y así Messi, sin recibir el balón, se va del partido y se tiene que retrasar para participar. El Barcelona le está quitando el balón a su máxima estrella.
Sobre los vómitos. Ya escribí en el retrato de Leo que salió en Inglaterra en diciembre que le ocurría a menudo antes de los partidos, o en momentos de tensión. Una de las claves para entender su mentalidad es que su volumen emocional está al mínimo: y así le afecta menos que al resto la presión, las críticas. Eso ayuda a salir al campo liberado. Pero a la vez crea un problema: ese bloqueo mental ante la responsabilidad se acumula en algún lugar del cerebro y reaparece con arcadas.
El futuro. Se dice que el City o el PSG siguen de cerca las negociaciones del argentino con el Barcelona. La última propuesta del club, que le haría ganar menos dinero globalmente, les ha tensado las orejas. Desde que el Inter estuvo a punto de convencerle, un traspaso que se detuvo por la gestión convincente de Laporta, su futuro no había estado tan confuso. Una cosa parece clara: necesita recuperar el balón.