Cholismo más Ardaturanismo, una mezcla perfecta
Al Atleti le faltó un litro de gasolina y le sobró un error absurdo de Mario, pero se ganó cada gota del respeto que, por alguna razón incomprensible para cualquiera que haya prestado atención estos dos años, demasiados le niegan. Durante la semana se pintó un derbi tan desigual que uno miraba la clasificación y pensaba que había una errata, que los de Simeone debían llevar diez puntos menos. Y el gol en frío de Benzema agigantó a los agoreros. No aprenden. No es que el Atleti se levantase rápido de la lona, es que no llegó a caer. Eso es de primero de Cholismo. Lo sostuvo Diego Costa, descomunal pese a Delgado Ferreiro, y lo lanzó Arda, el mejor en un césped con Cristiano, Bale y compañía. Como en la final de Copa, como en la primera vuelta en Chamartín. Un fuera de serie.
Y aunque el discurso posterior del Madrid fue que el Atleti es violento (me encantaría que Ancelotti me explicase en qué se diferenció de cómo actuaron los suyos en la ida de Copa y por qué aquello era loable intensidad), lo cierto es que el Atleti fue superior durante casi una hora. Jugando al fútbol. Rozó el 3-1 y el empate, decepcionante como fue, le da el goal-average particular, le mantiene en la lucha y convierte lo de Pamplona en un feo accidente, no en un certificado de defunción. En los últimos cinco derbis, dos victorias por barba y un empate: no es casual. Es probable que el Atleti no gane la Liga, pero si la pierde lo hará en el campo; peleando y jugando. Cholismo más Ardaturanismo. Jamás dos filosofías tan opuestas mezclaron tan bien.