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¡Hasta el curling gana a la ACB!

Hace años que los partidos de la ACB se ven menos que Jara y Sedal, el documental que La 2 dedica a la caza y la pesca los viernes por la tarde. Fue uno de los índices que alertaban de la falta de interés de la liga de baloncesto. La ACB no atendió a este indicador y siguió jugando partidos intrascendentes a la espera de saber quién queda octavo o noveno para jugar los playoff. Esta semana hemos tenido una nueva prueba: Unicaja-Cajasol, dos clásicos del baloncesto, 187.000 telespectadores; Jara y Sedal, 379.000. Conviene aclarar (habrá gente que no lo sepa), que el Unicaja es el equipo de Málaga, y el Cajasol, de Sevilla, es decir, todo un duelo regional. También hay una Bruixa d’Or, que es el Manresa, y un Río Natura, que es el Obradoiro de Santiago, y...

Así anda la ACB. Todo se vende. Hasta los nombres de los equipos, lo cual no ayuda precisamente a que los aficionados sepan quiénes juegan. Los entendidos lo sabrán, pero son tan poquitos que el Unicaja-Cajasol —el aliciente estaba en saber si los sevillanos podrán mantener el octavo puesto a falta de quince jornadas—, se vio menos que el Noruega-Suiza de curling: ¡221.000! Lo peor es que tan apasionante partido de un deporte por completo desconocido en España se transmitió justo antes del de baloncesto y por la misma cadena, es decir, hubo aficionados que cuando vieron comenzar la ACB cambiaron de cadena o se fueron. Más bajo no se puede caer. ¿Hace falta mayor evidencia de que la ACB se ha cargado la Liga de baloncesto?